viernes, 3 de julio de 2015

Hablar


Una noche en Lavapiés nos sirve para observar, a través de las personas que habitan y frecuentan el barrio madrileño, los problemas y características de la sociedad urbana actual. La propuesta de Joaquín Oristell además de original e ingeniosa resulta divertida, fresca y comprometida. Lo cómico y estrambótico de algunas situaciones está en perfecto equilibrio con el realismo de las problemáticas que plantea: el tono de la película no puede estar mejor.

En las diversas conversaciones encontramos personajes familiares, gente que conocemos, y personas con las que podemos identificarnos y empatizar. Situaciones verdaderamente cómicas acontecen mientras paseamos por Lavapiés;  Así mismo injusticias como el racismo, la precariedad o la violencia de género se materializan en el barrio, como parte de la sociedad actual.

Oristell  huye de todo cliché de ese “humor español” que encontramos en taquilleras comedias carentes de ingenio (tengo en mente los Apellidos Vascos)  y a la vez renuncia a imitar un tipo de humor que no nos pertenece (ahora pienso en momentos de la Gran Familia Española), resultando el proyecto en una comedia perfecta; con un humor y unas situaciones pertenecientes a nuestra sociedad contemporánea, con sus virtudes y sus defectos, sus gracias y desgracias.
Todo mi apoyo a este proyecto que espero que tenga éxito en taquilla, porque de verdad lo merece.

Anika