Una noche en Lavapiés nos sirve para
observar, a través de las personas que habitan y frecuentan el barrio madrileño,
los problemas y características de la sociedad urbana actual. La propuesta de
Joaquín Oristell además de original e ingeniosa resulta divertida, fresca y
comprometida. Lo cómico y estrambótico de algunas situaciones está en perfecto
equilibrio con el realismo de las problemáticas que plantea: el tono de la
película no puede estar mejor.
En las diversas conversaciones
encontramos personajes familiares, gente que conocemos, y personas con las que podemos
identificarnos y empatizar. Situaciones verdaderamente cómicas acontecen
mientras paseamos por Lavapiés; Así
mismo injusticias como el racismo, la precariedad o la violencia de género se
materializan en el barrio, como parte de la sociedad actual.
Oristell huye de todo cliché de ese “humor español” que
encontramos en taquilleras comedias carentes de ingenio (tengo en mente los
Apellidos Vascos) y a la vez renuncia a
imitar un tipo de humor que no nos pertenece (ahora pienso en momentos de la
Gran Familia Española), resultando el proyecto en una comedia perfecta; con un
humor y unas situaciones pertenecientes a nuestra sociedad contemporánea, con sus
virtudes y sus defectos, sus gracias y desgracias.
Todo mi apoyo a este
proyecto que espero que tenga éxito en taquilla, porque de verdad lo merece.
Anika