sábado, 3 de diciembre de 2016

El Ciudadano Ilustre


El factor sorpresa es un determinante que cada vez valoro más a la hora de acercarme a una película. Nada había oído de este film hasta que he entrado en la sala donde se proyectaba (solo una sabia y fiable recomendación me ha conducido a ella). Y la impresión que me ha causado ha sido excelente.
Nunca había visto ni oído  hablar del actor que encarna magníficamente a Daniel  Mantovani
(Óscar Martínez) protagonista absoluto de la obra y parte fundamental de la misma. Pues además de ofrecernos una sobresaliente y sensible interpretación de su carismático personaje, las características psicológicas y humanas del protagonista que encarna ,son determinantes a la hora de sentirte atraído y compenetrado con la historia. En el caso (improbable creo yo) de que el ficticio Nobel Mantovani no te cuadrase humana e ideológicamente, la película se resentiría notablemente ( Vamos: que podría resultar insoportable). Sin embargo esa "carga" principal sobre Mantovani, creo que está ganada de antemano , y es la baza más fuerte de este interesantísimo film.
Son muchos los motivos de identificación que nos ofrece este genial ficticio Nobel. Llegas a pensar que te gustaría que existiese. Y la compenetración es todavía mayor para los que hemos acabado viviendo en un lugar muy alejado ( geográfica, cultural y humanamente) del que nos vio nacer.
Seguramente es un conflicto sin solución, pues volver a Ítaca...nunca es una buena idea.
Son muchos los temas que atraviesan transversalmente la historia ,destilados todos a raíz de ese equivocado regreso a lugar de sus orígenes. De modo que el repaso sociológico y el análisis de las equivocadas ,estúpidas ,envidiosas ,peligrosas y cargantes relaciones humanas que va desgranando nuestro admirado protagonista, son también muy afinadas y significativas. Están expresadas con rotundidad, e incluso revestidas de cierta intriga que se mantiene durante toda la trama argumental. Llevándonos a ver un final  del que es mejor no decir nada: por sorpresivo y acertado de verdad.
El tándem de Mariano Cohn y Gastón Duprat ha funcionado a la perfección. Han conseguido una obra muy estimable y recomendable sin reservas.



Manuel Fonseca