Las vidas de Grace es una película
estimulante y positiva. Cualidades muy de agradecer en estos días de Agosto, en los que la cartelera no está pletórica de títulos interesantes.
Dos mensajes de afirmación vital subyacen en la construcción del drama
de Grace: 1.- la imposibilidad de superar nuestros traumas ( especialmente infantiles ) sin verlos
reflejados en otras personas, que actúan como
espejo de nuestro drama y nos impulsan a tener el valor suficiente para
afrontarlo. 2.-Que para comprender en profundidad las cosas que atribulan a
nuestros semejantes,no hay mejor escuela que haberlas padecido en carne propia.
La historia logra enternecernos sin sensiblerías con una galería de personajes a los que llegas a
comprender y querer, en su desvarío a veces y en su fragilidad siempre. Por la ejemplaridad de su
actitud ante la vida resulta muy atractivo el personaje de Mason, del que podríamos decir que “ en la vida se puede cambiar….también para bien “
La película está contada en tono conciso y realista, con
la sobriedad que conviene al tema y con la espontaneidad que parece acuñarse en el término
“indie”. Las escenas realistas son naturales y recuerdan al cine social inglés. Alguna
incursión en un tipo de cine de más calado poético, también están muy
logradas (como el cuento del tiburón y el pulpo ) igualmente que la escena más sentimental en la que Mason da las gracias a sus padres.
Ciertamente la película resulta amena y llena de recursos.
Un regalo para una noche de este plácido mes de
Agosto en Madrid. Las vidas de Grace merece una visita a los cines Renoir o a
los que la proyecten, siempre en versión original,
claro.
Manuel Fonseca