jueves, 16 de octubre de 2014

Winter Sleep

Nunca hubiese creído que iba a resistir una película de 195 minutos (¡ tres horas y cuarto ! ) sin que mediase una cabezadita o algún tipo de desconexión que  me aliviase de tan prolija duración.

   Pues con esta interesante , muy bella y hasta cierto punto desconcertante película( máximo galardón en el último Festival de Cannes) lo he conseguido y me la he tragado sin más esfuerzo que dejarme llevar por su moroso discurrir, plagado de situaciones dramáticas tensas, y expresadas con unos diálogos magníficos, que tienen la loable capacidad de trascender ámbitos locales y culturales concretos. Las confrontaciones verbales del trío protagonista son perfectamente identificables con sólo poseer cierto nivel cultural ,al margen de que el lugar sea la Capadocia ( en este caso ) o cualquier otra localización.



   Si he calificado de desconcertante esta película, es por el efecto que me produjo la identificación con cada uno de los puntos de vista que van exponiendo los protagonistas. De modo que ,conforme los voy oyendo , voy pensando sucesivamente que todos tienen razón. Así de bien expuestos, y ausentes de maniqueísmo , están  descritos los sentimientos y puntos de vista de Aydín, Nihal y Necla, acompañados de unos  secundarios muy significativos, de actitudes morales y sociales bien reconocibles.


    Por mera casualidad ( pues no puede ser otra cosa, dado el nulo parecido de ambos títulos) en  La isla mínima y en  éste que nos ocupa ,el paisaje es algo más que el escenario en el que se desarrolla la historia, convirtiéndose en la expresión emocional y artística de la misma.

   En el caso de Winter Sleep, se trata de una fotografía cálida y rojiza en las secuencias interiores en las que se desarrollan los magníficos y amplios diálogos de los protagonistas. La luz se torna fría ,de amplia y elegante gama neutra- con perfiles de dureza- en los exteriores.
Ese paisaje se te queda tan clavado ,con su  rotundidad y falta de concesiones, como los perfiles psicológicos de los tres protagonistas; apéndices, en definitiva, del paisaje que habitan.


Manuel Fonseca