Esperaba encontrarme en la "La Teoría de Todo" una historia de amor abnegado e incondicional entre Stephen Hawking, el famosísimo cosmólogo afectado por una grave enfermedad degenerativa, y la que fue su mujer, Jane. Pero lo que no me esperaba en esta historia, aparte de las excepcionales actuaciones de Eddie Redmayne (Stephen) y Felicity Jones (Jane), es verme sorprendido por las contradicciones intrínsecas del ser humano.
A Jane le había atribuido una imagen de santa abnegada, capaz de dar todo por el amor de su vida, Stephen, atacado por una cruel enfermedad con apenas 21 años. Cuando ella está a punto de pagar con su propia salud -además de cuidar de su marido tenía a su cargo a tres hijos-, la película da un controvertido giro que humaniza la imagen de Jane.Y a Stephen también lo baja de las nubes para llevarlo al terreno de las debilidades y contradicciones del hombre, al terreno de alguien capaz de abandonar a la sacrificada Jane por otra. Así de paradójica e inesperada se revela a veces la vida.
En torno a la historia de ambos, el biopic "La Teoría de Todo", dirigido por James Marsh, se desarrolla a un ritmo fluido, que evita además recrearse en los aspectos más morbosos de la enfermedad de Stephen.Los diálogos, lejos de ser pedantes, me resultaron naturales y cotidianos, incluso cuando se abordan asuntos de la Física. El inicio de la película, con una excepcional recreación histórica del señorial Cambrigde de los 60, también es notable.
Belarmino Fragoso