sábado, 4 de octubre de 2014

La Isla Mínima



Es una nueva demostración del alto nivel del cine nacional al margen de los productos conocidos como “de la casa “.Uno recuerda films como La noche de los girasoles, Lo imposible, Celda 211, o el Niño ( así de recuerdo inmediato ), y no encuentra tantas diferencias - en calidad ninguna -con las grandes producciones holywoodienses tan celebradas por el público. La misma Grupo 7 ó After hours , de este mismo director , son magníficas películas de verdadero nivel internacional.

Sí, en cine soy muy españolista ( espero que con fundamento ). Y no me importa que se note. No quiero sumarme al grueso de españoles que practican nuestro pecado capital más reconocido. No se trata de la envidia ( que es lo más asentido por la mayoría ) , sino del “desprecio” , que es nuestro pecado capital más común y destructivo.
Y toda esta disertación para apoyar la gran calidad de esta sugestiva, misteriosa, magnética y muy triste película de Alberto Rodriguez.

La historia que nos cuenta el film ( truculenta y sensacionalista, quizá demasiado recurrida en muchas películas y series de televisión ) no deja de ser un pretexto para narrarnos la verdadera historia que encierra el film, y que es la dialéctica entre los dos policías protagonistas; magnífico ejemplo de psicologías contrapuestas y encontradas , que se oponen a la vez que interactúan, y que componen un dúo tan interesante y enriquecedor que los haría acreedores de denominarlos “ Dos hombres y un destino “, emulando el título que encierra uno de los mejores dúos masculinos vistos en el cine.

El director consigue hacer de un territorio virgen de gran belleza y riqueza natural, un escenario inquietante y malsano, fotografíado con gran inteligencia y sensibilidad por Álex Catalán, premio a la mejor fotografía en el festival donostiarra. Los planos aéreos del territorio de la isla mínima ,son testimonio de marcas profundas y dramáticas entre la tierra y el agua, como lo son en el alma de los protagonistas, cuyos cerebros parecen proyectarse en ese paisaje insólito de lóbulos y marismas, como una confusa mezcla de la naturaleza humana y de la tierra que la sustenta.

Manuel Fonseca