Por María Berrocal y Manuel Fonseca
Thomas Hobbes en 1651 escribe su
obra más conocida Leviatán, donde analiza la condición humana y desmenuza la
naturaleza del poder político.
El film de Andrey Zvyagintsev tiene cierta relación con la obra del filósofo inglés
que sentó las bases del
Estado Moderno.
En la película del director de “El regreso”,
los pilares en los que se asienta el Estado Moderno Occidental están muy presentes : Iglesia,
Administración y Justicia.
El protagonista defiende su única pertenencia y su medio de
trabajo , lo que supone un enfrentamiento con el poder en todas sus acepciones.
En principio esta lucha con la Administración le hace concebir esperanzas , pero poco a poco el drama va
evolucionando hasta dejar a Kolia en la más absoluta soledad.
La narración de la historia es verdaderamente magistral: imágenes potentes, guión sólido y bien armado, interpretación actoral brillante...Todo ello nos da una imagen de una
Rusia contemporánea
( zona
del mar de Barents), que en muchos aspectos tiene similitudes con muchos países de Occidente, sobre todo
con los que somos expertos en corrupción.
El aparato del Estado se despliega y
ataca como la bestia mitológica
de Leviatán destruyendo
todo y aniquilando al individuo. El poder pastoral ,como define Foucault en la
connivencia Iglesia/Estado, está muy
bien representado . La Iglesia estará
con los más fuertes
justificando las actuaciones de los poderosos
porque están dirigidas hacia su propio beneficio.
El entramado social , la violencia ,
la subordinación del
individuo al sistema, naturalizando la corrupción y la actuación
de la Justicia ,hacen su aparición
en este film de manera sobrecogedora. ¿
Que es verdad ? ¿ Que
no es verdad ? ¿ Es la
injusticia de la justicia lo que estamos condenados irremediablemente a padecer
?. Esta y otras muchas cuestiones nos plantea este film excepcional que nos
presenta una historia original en el aspecto narrativo y universal (por
desgracia ) en su contenido.
María Berrocal
De Leviatán me ha gustado particularmente su estilo narrativo,verdaderamente inteligente ,haciendo participar al espectador de los sucesos más definitivos de la historia sin describirlos directamente,de modo que te hace reconstruir lo sucedido y crea una tensión,casi intriga, entre secuencia y secuencia que desaparecería con una narración lineal,de estilo digamos "clásico". En plan parodia de clasicismo cabría recordar a Douglas Sirk (un verdadero genio,desde luego) que utilizaba el recurso narrativo del flashback a continuación de una nubecita,para indicar inequívocamente que algo había pasado ...generalmente para atormentarte.
A mi me admira (no se si ingenuamente ) que lo que supone el "nudo gordiano",o el momento dramático principal de la historia ,no se nos muestre ;y lo tengamos que imaginar -y finalmente recomponer - con el estado de cosas que se nos va ofreciendo en posterioreas secuencias. Me gusta también como alterna ese estilo narrativo de elipsis, y obligada participación del espectador, con escenas de corte casi costumbrista y humor tirando a negro. Hay ráfagas que te llevan a Fargo ,y otras a Rompiendo las Olas.
Finalmente , otro elemento que me ha llamado la atención es el juego de mostrar lo que podría ser omisible, y eludir visualmente lo que es elemental y protagónico; tal originalidad evidencia el inteligente y muy admirable sentido narrativo de esta magnífica obra.
Manuel Fonseca

