Si alguien sigue debatiéndose si el
talento se nace o se hace, saldrá de toda duda tras ver Amy: un talento como el
de Amy Winehouse se nace, no cabe duda.
Su increíble voz y sus
composiciones revelan el don natural de una persona extremadamente sensible,
apasionada y con un gusto musical excelente y muy maduro: desde niña
ya era una apasionada del Jazz.
El documental de Asif Kapadia nos recuerda la revolución que
supuso la existencia de Winehouse en el mundo de la música, una jovencísima Amy
que irrumpió en la escena musical y dejó boquiabierto al mundo. Pero
también nos muestra la persona sensible y divertida que fue Amy, la chica joven
que plasmaba sus vivencias personales en las letras de sus canciones, que vivía
sus experiencias con tanta intensidad que necesitaba transformarlas en música
para poder asimilarlas; y cuyo sentido del humor, lleno de
ironía y sarcasmo te acerca más a ella, a su excepcionalidad y a su sencillez,
puesto que con todo lo dicho anteriormente, Amy era una chica de barrio.
Entre toda esa genialidad musical y
un estilo de vida destructivo encontramos con pena a una niña desprotegida,
necesitada de cariño y de atención, sin duda una persona que no tuvo buena
suerte con la familia y las relaciones amorosas; una persona que en
lugar de recibir ayuda (demandada a gritos por sus actos) lo que
recibió fue un brutal acoso mediático, cruel e inhumano.
Es una pena ver el documental, pero
–valga la redundancia- vale la pena
Anika
