Después de una buena estancia en París tengo la sensación de no haber salido del todo de la ciudad del Sena. En cierto modo me siento atrapada y sumergida en su belleza, su vida bulliciosa, sus problemas sociales de todo tipo ( exclusión social, inmigración, mendicidad,etc..) inherentes en nuestras grandes urbes. Por este motivo, una dama en París, aunque no refleje la amplia problemática antes aludida, me ha hecho continuar mis paseos por los cafés y los lugares comunes,como la plaza del Trocadero o la Place de l’Etoile.
El mayor interés de la película es el protagonismo de la gran y veterana actriz Jean Moreau , interpretando el papel de una anciana excéntrica de origen estonio encerrada en su pasado. Su comportamiento es caprichoso y poco conciliador y admite mal las injerencias de extraños que deben atenderla y cuidarla . La aparición de la cuidadora, una estonia que acepta el trabajo para huir de su pasado y vivir una vida diferente ,propiciará el enfrentamiento de ambos mundos reflejando los típicos problemas de la difícil integración de los inmigrantes y las diferencias de clase social y costumbres.
La historia atraviesa momentos dramáticos y de incertidumbre , originados la mayoría de las veces por el abrupto temperamento de la protagonista, que no acaba de aceptar las consecuencias de su pasado y tiene grandes dificultades para abrir nuevos cauces de relación.Me parece destacable el buen trabajo de la actriz estonia Laine Mägi , sobria y convincente transmitiendo con naturalidad los sentimientos de soledad, humillación y desconcierto que le han llevado a París.
La película de Ilmar Raag es una historia entretenida y aceptable que trata temas universales de manera liviana ; así como la soledad y la difícil aceptación de la vida y sus limitaciones en la edad tardía.
María Berrocal
