sábado, 29 de noviembre de 2014

Jimmy’s Hall



Si hace unos años, por ejemplo tras ver Sweet Sixteen (2002 ), tuviéramos que clasificar al tándem Ken Loach – Paul Laverty, podríamos emplear numerosos elogios sobre el trabajo conjunto  que  director y  guionista llevan haciendo durante décadas. Entre tales consideraciones positivas sobre las películas de Loach y Laverty, creo que optimismo no sería una de los calificativos que hubiéramos empleado para describir su cine. Sin embargo, desde hace ya unos años, vemos películas de Loach que están cargadas de optimismo. Me refiero a Looking for Erik (2009)  y a  The Angels’ Share (2012), maravillosos films  que sin abandonar su implicación con los más desfavorecidos y sus denuncias a las injusticias, nos hacen sonreir y nos llenan de esperanza, de forma que uno sale del cine reconfortado, lleno de optimismo y vitalidad.

Jimmy’s Hall es una de esas películas que te deja una sonrisa. Basada en un suceso real, la historia de Jimmy nos recuerda que hay personas buenas, personas que se preocupan por los demás y que son capaces de luchar por vivir en un mundo un poco más justo, y sobre todo, personas que tienen pasión por la vida. No se puede decir que Jimmy’s Hall tenga un final feliz -la historia es la historia y no se puede cambiar- pero sí tiene un final muy vitalista.

Esta vez el cine social de Loach nos lleva a la Irlanda de los años 30, donde la represión por parte de la Iglesia junto a los grandes propietarios de la época, se opone a la difusión de la cultura y el estímulo de creatividad que una pequeña comunidad intenta difundir entre su población. Esto sucede en el local de Jimmy, centro comunitario donde la gente acude a bailar a aprender y a divertirse.

Un buen regalo de Navidad

Anika