El azar ha hecho que vea los tres títulos uno detrás de otro, y relacionarlos no ha supuesto especial
dificultad ,pues el núcleo
sobre el que gravitan resulta evidente.
Ma-ma, de Julio Medem es, de los
tres títulos, el que
comparte el protagonismo de la familia con otro tema capital : la enfermedad de
la protagonista (cáncer de
mama). Pero las relaciones y parentescos que nos muestra esta historia ,
propician un concepto original y muy abierto de familia, tal y como evidencia
el epílogo final ( niña recién nacida, padre,
hijo sin parentesco de cosanguineidad paternal, y ginecólogo “cantor” -gran trabajo de Asier Exaendía- ) en una composición que a los detractores de
Medem puede resultar de lo más
hilarante.
Ma-ma, al margen de unas originales
propuestas en las que, si no entras ,la incomodidad y desconexión con la historia puede ser
notoria, merece la pena verse por el soberbio trabajo de Penélope Cruz. .Aunque opino que
nunca se debiera recomendar una peli por su buena fotografía o interpretación ,en este caso hago una
excepción : debe conocerse
aunque solo sea por Penélope.
Una segunda oportunidad, de Susanne
Bier, entra de lleno, y por acumulación
de motivos, en el epígrafe
de “ familias rotas “.
El guión es tremebundo, casi imposible en una concepción realista o mínimamente creíble. El acierto de la directora
ha sido plasmar esa historia con un decidido y muy acertado tono de thriller, que
da un margen de comprensión
más amplio a los hechos, escabrosos
y extremadamente duros que constituyen
el relato
Susanne Bier construye una narración y unas imágenes
realmente impactantes ,acompañadas
de unas interpretaciones, sobre todo del protagonista masculino , que recrea su
personaje de policía con
una solvencia y profundidad que calan muy hondo. La réplica por parte de su mujer y de la familia de drogadictos ,
es igualmente notable en cuanto a ejercicio interpretativo. Todo se deja
escudriñar por la cámara de Bier con una exhaustividad que llega a extremos
insospechados en el registro del dolor, ofreciendo unos resultados de una
profundidad que nos alcanza sin reservas.
Mi casa en París , de Israel Horovitz.
Esta producción inglesa , encuadrada como historia y espíritu en Paris ( otro protagonista del film ) y New
York (sin presencia física
pero si espiritual) es la que aporta propuesta familiar más peculiar y mestiza, por el
tono entre comedia y drama en el que se inscribe y por el viraje que la
historia va dando desde lo que nos
propone al comienzo y los resultados y conclusiones a los que nos conduce el
final.
Kevin Kline hace un excelente
trabajo que puede recordar algunos buenos momentos de Jack Lemmon.
Es una película que sorprende por lo mucho que cuenta escondido en el
panorama visual que nos ofrece. Es como un iceberg en el que la punta que asoma y vemos, es sólo una pequeña parte de todo lo que oculta.
Manuel Fonseca


