miércoles, 16 de marzo de 2016

El amor es más fuerte que las bombas



Cuando una persona desaparece, y ya nada podrá cambiar una trayectoria vital que se ha cerrado para siempre, comienza una particular "segunda vida" en el recuerdo de quienes la han querido y compartieron esa existencia ya terminada.
Tal es el punto de partida de esta compleja y hermosa historia: cómo una vida pasada se re-escribe por quienes fueron sus seres más allegados, y qué diferente resulta tal relato dependiendo del miembro de la familia que lo hace, y de la particular relación afectiva que mantuvieron en vida con el ser que ya no está.
La premisa inicial, de cómo cada cual adecúa los hechos y la personalidad de la madre a la relación que mantuvieron en vida, se enriquece con tramas transversales que van surgiendo del carácter y peculiaridades de los dos hijos y el marido de la protagonista. Y con el evento que concita a esos personajes y otros significativos en la biografía de la mujer en la que confluye todo.

De ese modo el filme nos ofrece una galería de personajes verosímiles y muy bien trazados psicológicamente: La del hijo adolescente, que se manifiesta con todas las contradicciones y obcecaciones propias de su edad, y cuya construcción emocional y psicológica es una de las bazas de la película. También la del hermano mayor, con esa tendencia a eludir la responsabilidad que los años nos otorgan (ajenos a lo que nosotros podríamos desear) y una irreprimible inclinación a alterar la realidad con mentiras. El perfil del padre, bondadoso y entregado a sus hijos, pero con resultados no siempre buenos en la relación que los une. Y finalmente la  madre, personaje en el que confluye toda la historia, trazado con misteriosa sobriedad y que deja multitud de cabos sueltos que el espectador completará a su entender.

Joachim Trier teje la historia con matizaciones certeras pero muy abiertas a la consideración y juicio del espectador, de modo que las actuaciones y vicisitudes de los personajes, necesitan de la implicación de quien los contempla. Nada de lo que se nos ofrece esta cerrado o decididamente explicado, por lo que el sentido final lo decide cada uno. Es un estilo "libre" que debe entrañar sus dificultades, pero que está muy logrado porque en ningún momento nos perdemos en la historia.

Me ha llamado la atención que un equipo de actores tan heterogéneo ( incluso de nacionalidades diferentes) resulte tan perfectamente compenetrado. Isabel Huppert está muy bien ( para no variar),al igual que Gabriel Byrne, en la expresión de esposo y padre que actúa mejor de lo que recibe. Son, no obstante, los personajes de los hijos y los actores que los encarnan los que me han llamado más la atención, constituyendo un retrato de adolescente (con ribetes de insoportable, como casi todos) y joven de mediana edad (pero con años suficientes para asumirla responsablemente)  los que se cuentan entre lo mejor de la película.

Hace ya unos cinco años que me llamó la atención la belleza deshilachada y el estilo narrativo de Oslo,31 de Agosto ( de la que  hay una reseña en este blog).El joven director noruego se aventura ,en este caso, con una producción más ambiciosa y elaborada, de la que sale muy bien parado. Joachim Trier es otro valor del cine nórdico al que habrá que seguir.



Manuel Fonseca.