La historia de dos
expedicionarios que no llegaron a
conocerse, narrada bajo la perspectiva del nativo Karamate en dos etapas de su
vida, son el núcleo de este filme. Una visión antropológica y cultural de
primer orden, pues a través del protagonista,último superviviente de una tribu,
conoceremos sus creencias y rituales que para nada se pueden subestimar .Al
contrario ,forman parte de la Religión y Ecología cultural necesarias para la
adaptación del grupo a su entorno ambiental. Este cuidado y respeto del medio
natural en el que viven es el que ha facilitado a Karamate la supervivencia en
absoluta soledad. El cumplimiento de las normas que trasmite a los científicos
( por ejemplo : no comer peces si hay sequía ) es fundamental para la
continuidad de la vida amenazada.
Lo más original y valioso de esta historia es la falta absoluta de
maniqueísmo. En la mayoría de este tipo de relatos la dualidad: hombre indígena
“bueno” / hombre blanco “malo “ (o viceversa ) es bastante frecuente. En este
caso no ha lugar, porque tanto los exploradores como los indígenas se nos muestran
como seres humanos que, aunque difieran en sus capacidades emocionales e
intelectuales , están capacitados para aprender y transmitir los conocimientos
de ambas culturas. El genocidio del pueblo indígena subyace, es inevitable; así
como la crueldad de la colonización en la Amazonia , la destrucción de la
Naturaleza para la obtención del caucho y los desmanes en la misión católica de los capuchinos.
Otro tema interesante que nos plantea la película, es la concepción tan diferente
del tiempo. Si para nosotros el tiempo es una sucesión lineal de
acontecimientos, para ellos son sucesos que se producen simultáneamente en
mundos paralelos. De modo que Karamate no puede distinguir entre los dos
científicos a los que acompañó para
buscar la planta medicinal. Siempre es la misma persona la que vuelve, una
misma vida vivida a través de las experiencias de muchos hombres.
Realizada magníficamente por Ciro Guerra, a través de una buena fotografía en blanco y negro que
subraya el dramatismo de muchas secuencias, este notable filme semi-documental está en la línea de “La sal de la tierra “de
Sebastiao Salgado, tanto por la calidad de la imagen como por el valor de los
temas que nos plantea.
El abrazo de la serpiente utiliza varias lenguas en sus diálogos,
una forma de evidenciar la diversidad en el amplio mundo que vivimos, a la vez
que contribuye a dar verosimilitud y realismo a la historia. Nunca los
subtítulos se han percibido de manera tan natural como en este relato
documental pleno de valores humanos y ecológicos.
