Madurar depende en gran parte de las circunstancias familiares y sociales que nos rodean; nuestro entorno condiciona nuestra evolución y comportamiento. Este es uno de los aspectos que Nuestra hermana pequeña aborda, sin excesivo dramatismo, pero con la importancia que se merece.
Dos de las hermanas protagonistas, Suzu y Sachi no sólo tienen un padre en común, también han tenido una vida parecida, puesto que a ambas les arrebataron su adolescencia, obligándoles las circunstancias familiares a madurar antes de la cuenta. Por suerte para Suzu, conocer a la mayor de sus hermanas cambiará su vida y podrá recuperar su infancia perdida, en compañía de su nueva familia.
Hirokazu Kore-eda nos muestra en este filme la historia de una familia desestructurada que lucha por seguir unida, que opta por el positivismo y la alegría de vivir. Sin ignorar el pasado, ninguna de las hermanas deja que los fantasmas se interpongan en su felicidad. Kore-eda, con la belleza de sus imágenes, nos demuestra que la convivencia familiar es más hermosa que complicada.
Nuestra hermana pequeña es una invitación al positivismo y a la superación de los problemas, a la búsqueda de la felicidad en nuestro día a día y la apreciación de nuestro entorno, lleno de detalles y momentos mágicos. Bien podría llamarse “La vida es bella”, puesto que ese es el logrado mensaje del director japonés. Nuestra hermana pequeña es bella.
Anika