La fuerza, valentía y vitalidad de esta película, me han conmovido
como espectadora, pues tengo la certeza que las mujeres están más capacitadas para mostrar
sus problemas en una sociedad en permanente conflicto. Y es precisamente
entre dos mundos (palestino y hebreo) donde la joven directora Maysoloun Hamoud,
nos introduce en la cotidianeidad de las vidas de tres jóvenes diferentes, pero
iguales en lo esencial. Leila, Salma y Nour padecen las consecuencias de una sociedad
anquilosada en sus tradiciones, que por un lado
se ve obligada a preservar sus señas de identidad al sentirse amenazada
como grupo étnico (Palestina). Y por otro lado, la tradición y el
conservadurismo hebreo; de tal forma que ambos mundos confluyen y se parecen
más de lo que creemos.
Con inteligencia y habilidad la directora nos enseña nuevos
códigos de interpretación a través de las tres mujeres que sufren las presiones
familiares, la discriminación, la opresión, el machismo y el fundamentalismo
religioso. De todos estos temas tan cruciales se nos habla con naturalidad, con
cierta comicidad y con total desenfado. La vida es alegre y los jóvenes se
divierten como en cualquier ciudad. El alcohol, las drogas y el sexo están
presentes. Sólo que en este caso subyace una fuerte denuncia sobre la situación
de la mujer en esta parte del mundo. De modo que la protagonista más liberada,
Leila, también sufre en su relación afectiva los embates de esta sociedad que
se resiste a evolucionar, manteniendo a la mujer en la sumisión y bajo el
proteccionismo del hombre.
Es de agradecer que sea una mujer quien dirija la obra, pues
estamos habituados a los filmes de temática israelí/ palestina dirigidos por
hombres (Los limoneros, Omar, Paradise Now) donde la Palestina
ocupada o el papel de la religión son el motivo fundamental. La mirada de una
mujer sobre estos temas y sobre la propia mujer, nos enriquece
proporcionándonos una nueva perspectiva para intentar cambiar desde dentro y al
mismo tiempo subrayando la importancia de la juventud en el cambio, donde
siempre hay un halo de esperanza.
Cabe destacar escenas bellísimas mostrándonos sentimientos y
valores tan humanos como la solidaridad y la protección hacia la persona que ha
sufrido vejaciones. Son las mujeres las que deben ayudar a las mujeres y luchar
unidas para conseguir la igualdad en esta sociedad tan conservadora e
inmovilista.
La elección de las protagonistas y la interpretación, resulta, además
de acertada, muy equilibrada en cuanto a rasgos psicológicos y físicos se
refiere. Tres perfiles muy bien estudiados, especialmente el de Leila que nos
puede llegar a incomodar con ese fumar compulsivo sin descanso, expresando muy
bien la desazón del personaje. Salma y Nour cumplen perfectamente con la
personalidad asignada. Enhorabuena a la joven directora por el trabajo bien
hecho y los magníficos resultados.
María Berrocal