Emocionante,
conmovedora, vitalista, encantadora…y más adjetivos laudatorios vienen a la
mente después de
ver esta película documental traducida al español como “Caras y Lugares.”
Agnès Varda,
integrante de la “ Nouvelle vague” y
directora de documentales reconocidos, dirige con maestría junto al
fotógrafo J.R. esta obra, marcando siempre su estilo experimental propio.
El cine de Agnès
Varda, además de feminista, está impregnado de un carácter social, humanista y
escorado siempre del lado de los más desfavorecidos. Heredera del Mayo del 68
busca como Godard otra forma de mirar, descubriendo una historia detrás de cada
rostro. Las imágenes que nos rodean construyen nuestras identidades y nos
sitúan en un papel concreto . De este modo nos desplazará por diferentes
lugares de Francia, desde un pueblo minero abandonado del Norte hasta Normandia;
del Midi hasta Niza. Y en todos ellos homenajeará, con la colaboración del
fotógrafo J.R., a aquellos que protagonizaron la historia, pero que nunca
fueron visualizados ni recordados.
Mineros, estibadores, carteros, mujeres
campesinas, obreros industriales y gentes de los más variados oficios, quedarán
impresos en la arquitectura y en
la retina de Agnès, que a pesar de sus ojos enfermos y visión borrosa, necesita
-como le aconseja su acompañante J.R. - acumular imágenes. Se va
pasando su tiempo. Pero esto parece no preocuparle a la enérgica Agnès que
asegura no temer a la muerte porque no es más que “c’est finie “.
Las intervenciones en el espacio urbano y
arquitectónico y rescatar los lugares de la memoria, es una de las prioridades
de Agnés. En este sentido conecta con las últimas tendencias del Arte
Contemporáneo, concretamente con cierto aspecto del arte efímero, promoviendo
una nueva mirada hacía todos los
personajes que llevan en el rostro la historia escrita.
Es obligado
destacar la simbiosis de los dos protagonistas ( Agnès y J.R ) que con sus
reflexivos y filosóficos diálogos sobre
la vida y el paso del tiempo nos transmiten sentimientos de amistad,
solidaridad, ternura, humanidad, ironía y humor y sobre todo una gran dosis de
vitalidad. En resumen, una joya de película que no debiéramos perder.
María Berrocal