martes, 19 de noviembre de 2013

Entrevista a Manuel Fernández "La alfombra Roja"


     La alfombra roja se rodó en 2010 en Bombay (India). Desde su estreno en 2012 el corto-documental está teniendo muy buena acogida en los festivales. No solo ha recibido varios premios (nacionales e internacionales) si no que también ha sido preseleccionada al mejor cortometraje documental en los Goyas 2014. Cine Rashomon habla con su director Manuel Fernández.






  1. ¿Cómo surge la idea?

La idea surge cuando estaba preparando un viaje a India con mi chica para visitar a nuestro amigo Iosu López (codirector del documental y en aquel momento corresponsal en Nueva Delhi) empezamos a darle vueltas a posibles proyectos a desarrollar. Yo iba a hacer el viaje con mi equipo de cámara a cuestas y era una buena oportunidad de pasar un buen rato haciendo algo interesante. Empezamos a sacar temas en conversaciones por Skype, todos ellos vinculados al mundo de Bollywood, que es un microcosmos alucinante. De hecho, el gérmen de todo esto iba a ser un docu sobre niños actores de escuelas de cine en Bombay. De repente, nos acordamos de un personaje muy especial que representa la cara más amable y la más cruel del mundo del cine… empezamos a investigar y una cosa nos llevaba a otra hasta que conseguimos llegar a ese personaje. Fue una tarea difícil pero que hicimos con mucha ilusión y conseguimos sacar adelante.

  1. ¿Por qué te decides a contar esta historia? ¿Qué elementos crees que tiene el proyecto para llegar a ser un buen documental?

Cuando llegué a India me di cuenta de por qué es el país por antonomasia para el viajero. Tanto Iosu como yo somos viajeros empedernidos, en cuanto tenemos unos días, nos echamos la mochila al hombro y nos recorremos todos los rincones que nos es posible. En el caso de la India fue especial, es un destino que lo amas o lo odias y en mi caso me quedé totalmente prendado. El flechazo que sentí hacia ese país y sus gentes me empujó también a sobreponerme a cualquier cosa para poder poner mi granito de arena para poder denunciar la situción de la infancia allí. Te puedo asegurar que la inmersión en un slum en India es mucho más impactante que en una favela Brasileña o un Township sudafricano, es una esperiencia que te deja marcado de por vida.
En cuanto a este proyecto, para mí, lo más especial es que pudiendo habernos recreado en la miseria y el dolor más absoluto, lo que hicimos, fue dar un discurso positivo y dejar que las imágenes hablaran por sí mismas. Al final refleja muy bien esa alegría y felicidad que tienen los indios pese a vivir en unas condiciones infrahumanas. Narrativamente me gusta como lo desarrollamos, cómo conseguimos dar el giro final y ese sutil discurso metacinematográfico que nos cuenta.

  1. ¿Fuiste a India con una idea clara de lo que querías grabar? Anotaciones, un preguión, localizaciones…¿qué llevabas preparado? ( ¿Cómo localizaste a Rubina ¿) 

Lo que me encanta del género documental es que está totalmente vivo y es imprevisible. Yo trabajo en ficción donde todo está constriñido, muy preparado previamente y hay poco margen para la improvisación. En cambio, trabajando el documental, no eres tú el que maneja el rodaje, el rodaje te maneja a ti y te va llevando por caminos y abriendo vías que ni te hubieras imaginado en la preproducción. Al slum llevamos un cuestionario para Rubina que luego cambiamos sobre la marcha y mucho valor para meternos en el slum con el equipo, eso fue todo. Éramos como extraterrestres dentro del slum,…, cuatro occidentales cargados con equipo y grabando allí durante tres días. La gente se apelotonaba, se reían, nos empujaban, …, nos llegaron a tirar piedras e incluso el slumlord (jefe de la mafia del slum) llegó a agredir a integrantes del equipo cuando nos negamos a darle dinero. Ahora nos reímos de todo eso, pero sobre el terreno fue duro. En el documental, en mi opinión, se impone un poco la frase de Robert Capa de “si tu fotografía no es buena es porque no te has acercado lo suficiente”.
En cuanto a cómo localizamos a Rubina, no fue nada fácil. Todo empezó por un libro editado en Francia, el resto fue trabajo de Iosu, es una persona que es capaz de encontrar lo que le pidas si le dejas una conexión a internet y un teléfono. En temas de producción es un “conseguidor”, es impresionante, es capaz de hacer diez mil llamadas y freir a mails hasta que consigue lo que quiere. Yo soy incapaz de eso, a mí dame la cámara y me vuelvo loco, te doy el plano que quieras sin pensar si me puedo despeñar por un acantilado, pero la producción se me atasca. Por eso hicimos tan buen tándem, él se centró en temas de producción y yo de realización.

  1. ¿Cuáles han sido tus influencias más directas para el proyecto de “La alfombra”?

No sabría darte una influencia directa pero muchas indirectas que me hacen amar el cine tanto de ficción como documental. A bote pronto te puedo dar cinco o seis títulos de documentales clásicos de lo más variopinto que son de referencia para mí del género documental como “La Isla de las Flores”, “Powwaqatsi”, “Los Espigadores y las Espigadoras”, “Hurdes, Tierra sin Pan”, “El Desencanto”, “Buenavista Social Club”, “Lecciones en la oscuridad”, “Flamenco” y otros muchos más modernos como “The Cove”, “Sugar Man”, “Exit Through the Gift Shop”, “Capturing the Friedmans”, “The Invisible War”, “La Cueva de los Sueños Olvidados”, “Man on Wire” que son una maravilla y un claro ejemplo de la buena salud de que disfruta este género. Hay gente muy brillante que saca con mucho esfuerzo y poco dinero proyectos inverosímiles que son alucinantes.


  1. Fuiste con un equipo muy reducido de personas y poco material, ¿qué echaste de menos en el rodaje? ¿Crees que fue beneficioso para el proyecto?

Eché de menos tener más días en el slum para poder sacar a la luz más historias interesantísimas de las que nos íbamos enterando. También eché de menos algo más de equipo humano y técnico pero lo resolvimos con imaginación. Por ejemplo, como iba con la Canon 5D que es una cámara muy difícil de operar cámara en mano y eso era una gran limitación para moverse rápido, me fabriqué la “steady slum” que es un invento que hacíamos en la escuela cuando no nos dejaban coger la steady, consiste en poner un monopié a la cámara y pegarle con cinta dos botella de agua de litro y medio en la parte inferior para que te haga de contrapeso y nivele la cámara. Niveló la cámara y me desencajó el hombro después de tres días… Sin duda ir con poco equipo fue la única manera de poder sacar esto adelante, no sé si fue beneficioso, pero era la única manera.

  1. ¿Cuáles fueron los problemas con los que pensabas que te encontrarías a la hora de grabar el documental y cuáles fueron los problemas reales?

Nos encontramos con todos los problemas que nos imaginábamos y alguno más. Reticencias de la familia de Rubina, mucha pobreza e insalubridad que nos puso un par de veces al límite, reticencia de la gente del slum, problemas de transferencia de archivos de las tarjetas en mitad del slum… Me acuerdo de un problema con el que no había contado, la humedad era extrema y el calor asfixiante, no sabría decirte pero puede que 45 grados al sol, de repente, primer día de grabación, primer plano, enciendo la cámara y zás, al minuto se para porque se recalienta… recuerdo que estaba sobre unas vías de tren entre unas vacas y unas cabras y pensé “vaya, después de todo el esfuerzo y aquí se acaba la grabación de este documental”. No me digas cómo, pero la cámara no volvió a fallar en los tres días siguientes y eso que le metí una caña que no veas.

  1. ¿Volverás a la India?

Sin duda, además, una vez que vas a la India y tienes experiencias como las que vivimos, un trocito de India viaja contigo para siempre.


Gracias Manu


                                                                                                                                    J.A.G