lunes, 18 de noviembre de 2013

INDIANA JONES, CINE CON MAYÚSCULAS





El Dr. Jones, intelectual, ratón de biblioteca y profesor universitario de arqueología con aire ingenuo, se transforma- como superman en una cabina- en el gran  Indiana Jones en cuanto la aventura llama a su puerta. Abre su maleta de cuero, mete su chupa, su látigo, su revólver y su sombrero. Se sienta en un avión de los años treinta, se acomoda y coloca su sombrero en la cara en clara predisposición al sueño. San Francisco-Hawaii-Filipinas-Nepal. Shanghái-La India. Nueva-York-Madeira-Venecia. Venecia-Salzburgo-Berlín. La selva amazónica, el desierto egipcio, Jordania, da igual, el ritmo trepidante ya está en marcha y una espiral de acción sin respiro comienza.
El espectador ha quedado literalmente pegado en su butaca, absolutamente envuelto en esa maravillosa atmósfera de mapas, historia, pasadizos secretos, descubrimientos (una equis marca el lugar), viajes por el mundo y aventura que la serie nos ofrece. Ya no se puede parar, habrá que ver la siguiente peli, y la otra, si no hay fatiga para Indiana Jones mucho menos la habrá para el espectador. Nuestro héroe, el alter ego intrépido del profesor, no flaqueará ni durante un mínimo instante a la hora de enfrentarse a Belloq, Moda-Ram, Donovan o el mismísimo Hitler, al que va a buscar a su mismísima guarida, a la boca del lobo. Al revés que la mayoría de los héroes de acción, Indy no es moralista ni pretende salvar a la humanidad con acciones altruistas, sino que anhela fortuna y gloria, es chuleta, mujeriego, y en ocasiones da la sensación de que está a un centímetro del lado oscuro.  

Es esta peculiaridad una de las características que hace a la serie de películas tan especial, y como olvidar algunas de las escenas que ya forman parte de la historia del celuloide: Indy aparece de espaldas ante la cámara por primera vez en la mitad de la selva y detecta un leve chasquido de revólver que desbarata con su látigo; Indiana Jones pasea por el desierto, de un lado a otro, mientras varios trabajadores buscan el arca con un atardecer espectacular de fondo; la bola de piedra gigante que desciende por un corredor; el salto de la cabeza del león, la ceremonia de arrancar corazones y un sinfin más. Todo esto ha tenido tanta repercusión que es tan improbable que alguno de vosotros, queridos lectores, no haya visto las películas como que un caballero cruzado de mil años custodie vivo el Santo Grial. En cualquier caso, fieles seguidores o meros aficionados, preparen palomitas, métanse en una manta, apaguen las luces e inicien un maratón de Indiana Jones sin concesiones, disfruten del cine con mayúsculas. Ya suena la música, aparece la montaña de la Paramount, termina la rutina. Empieza la aventura.

 pepejones, noviembre 2013