miércoles, 22 de abril de 2015

El capital humano



Podemos presenciar una situación sin saber absolutamente nada de lo que realmente está sucediendo. Aunque siempre podamos argumentar  “yo estuve allí y lo vi todo con mis propios ojos”, es posible que no tengamos ni idea de lo que realmente estaba aconteciendo, por evidente que nos pareciera. Paolo Virizi ilustra perfectamente este juego de puntos de vista, pero no para mostrar que la realizad no existe porque cada uno tiene su propia visión ( el conocido efecto Rashômon que da nombre a este blog), sino para mostrar una situación en la que sí existe una realidad que se nos escapa ( tanto a los espectadores como a los personajes), en parte porque interpretamos erróneamente situaciones cuyo significado nos parece evidente; y en parte porque no tenemos acceso a ella.

En esta historia, narrada en capítulos que configuran diferentes ángulos de vista, podemos conectar lo irreal del entorno afectivo de los personajes (construido a base de interpretaciones) con lo irreal de la riqueza basada en la especulación: la  riqueza que no emerge del trabajo es frágil, en términos más financieros, es volátil. Lástima que no a todos les vuele de las manos y tengan que ponerse a trabajar honradamente para pagar el daño que han causado; aunque aún más lastimoso es que vivamos en una sociedad en la que se admira la especulación; puesto que se admira la riqueza en la que viven los especuladores y se anhela no formar parte de su “privilegiado”entorno. Un buen antídoto para semejantes aspiraciones es ver el Capital Humano; tras ver la película es muy difícil anhelar pertenecer al entorno social o familiar de los ricos financieros, con esas vidas tan superficiales y vacías. Pero desde luego,  si algo queda claro tras ver el film, es que lo  último que se puede sentir hacia semejantes individuos es admiración.   


Anika