Puedo tener delante una pintura de extraordinaria belleza que si llevo más de dos horas en un museo, mi concentración y mi entusiasmo se apagan inevitablemente. Y no importa que la obra de arte sea excepcional porque mi cabeza y mis pies me obligarán a pensar otra cosa muy distinta. Por este motivo, a pesar de que con el cine mi capacidad de atención es mayor si la película es interesante, era reticente a entrar al cine a ver ‘National Gallery’ el último documental de Frederick Wiseman que dura, nada más y nada menos, que tres horas.
No hubiera dudado si hubiese conocido la trayectoria profesional de este incansable y pródigo director americano, considerado el padre del documental moderno y cuya carrera está plagada de trabajos tan destacados como ‘Titicut Follies’, ‘Welfare’ o ‘La Danse’ entre otros.
El último documental de Frederick Wiseman nos muestra el día a día de una institución de prestigio como es la National Gallery de Londres que acoge, en sus salas, las grandes obras de la pintura occidental desde la Edad Media hasta el siglo XIX.
El director americano nos hace sentir que somos visitantes con una entrada VIP. Nos acompaña silencioso a lo largo de todo el metraje y nos convierte, junto a él, en observadores invisibles que recorren pasillos y salas llenas de cuadros, de historias y de gente. Nos colamos en reuniones de directivos del museo donde se delibera sobre qué tipo de institución quieren ser o qué tipo de publicidad les conviene más. También presenciamos algunas de las actividades creadas en torno al museo o atendemos a charlas sobre la restauración contemporánea en la pintura.
En este agradable y didáctico paseo Wiseman nos muestra, con buen ritmo, secretos y curiosidades a través de los trabajadores del museo. Junto a un grupo de visitantes, asistimos a las reflexiones de un guía que nos llevan a imaginar cómo debían de ser vistas algunas pinturas en la época en la que fueron creadas o escuchamos las interpretaciones sobre las historias que están en los cuadros.
La función didáctica de la película y de la institución que fotografía el documental está en cada una de sus secuencias. Todo un recorrido por este prestigioso museo londinense plagado de reflexiones sobre el arte e inevitablemente, sobre la vida. Ciento ochenta minutos bien invertidos.
J.A.G.
