lunes, 19 de octubre de 2015

Taxi Teherán



La última película de Jafar Panahi galardonada con el Oso de oro de Berlín, es , además de audaz, un auténtico ejercicio de libertad de creación y de búsqueda de nuevas formas narrativas. Paradójicamente Panahí carece de libertad en su país, del que no puede salir ni hacer películas. Y es precisamente esa falta de libertad la que le lleva a la búsqueda de estrategias para filmar la vida como un documental. En este caso, camuflado de taxista, se lanza a la aventura de hacer cine por encima de todo, porque es el cine su forma de expresión, de sentirse vivo.

 En el interior del taxi se desarrollan todas las situaciones de personajes que suben y bajan de diferentes clase sociales y generaciones. No sabemos si es ficción o realidad, ¿dónde está el límite ?. Panahi  ya ha utilizado  este juego en anteriores filmes ( El Espejo ) , pero a diferencia de éste, no se nos desvela el final, incitando al espectador a cuestionarse si lo que sucede es real o responde a un guión. Tan sólo la aparición de su sobrina nos hace participar  de ese realismo sórdido que se menciona como algo que hubiera que eludir.

La visión que la película nos ofrece es múltiple: al menos tres perspectivas o miradas : taxi, taxista y niña. El taxi, principal protagonista, recorriendo las calles de Teherán, nos invita a observar la vida vibrante de la ciudad, el colorido, el ajetreo y las situaciones cotidianas que protagonizan sus habitantes. El taxista, Jafar Panahi,  escucha, observa desde su posición al volante a los pasajeros que hablan  con naturalidad y espontaneidad de su vida, interviniendo en algunas ocasiones, filmando con su móvil o comentando de cine con el cliente que le reconoce. La galería de personajes es muy variada y a través de ellos y de la cámara colocada en el salpicadero del coche nos aproximamos a la realidad del país. A través de la sobrina de Panahi conocemos el pensamiento oficial del régimen y las normas  que rigen en la industria cinematográfica. La niña filma con su cámara para un trabajo escolar, siguiendo los cauces dictados por su profesora . Es otra mirada.

Particularmente interesante parece el diálogo con la última pasajera, la abogada a la que el consejo de abogados le prohíbe ejercer y que obsequia a la sobrina y a su tío con una rosa. Taxi Teherán ,además de ser cine en estado puro y un juego de ingenio ,es un documento de la libertad intelectual bajo la represión política. El espíritu creativo no se detiene y Panahi no se deja conducir.



María Berrocal