lunes, 29 de agosto de 2016

Café Society



"Vive cada día como si fuese el último de tu vida...y algún día verás cómo se hace realidad". Este consejo, puesto en boca de la madre del protagonista ( uno de los muchos pensamientos de Allen proyectados a través de sus personajes, llenos de brutal ingenio) son la tónica tragicómica de esta entrañable película del gran director neoyorkino.
Los seguidores de Woody Allen tenemos siempre un deseo ferviente de que cada una de sus películas ( una al año desde hace mucho tiempo) nos gusten y nos mantengan hermanados con las cuitas filosóficas de este inefable pope de la cultura urbana, representada a través de su imprescindible New York. Admitimos, sin cejar al desaliento, hasta sus propuestas menos acertadas ( que también hay alguna).Pero  siempre encontramos algo que nos obliga a repetir y repetir. Esperamos que la siguiente "dé en la diana", como ha ocurrido muchísimas veces en su dilatada carrera. Y casi lo peor que decimos de un film suyo es calificarlo de "regular". Siempre estamos predispuestos al "muy buena" o "excepcional ".Pues bien: para regocijo de sus seguidores, aquí tenemos una calificable con la nota más alta.
La nostalgia y desengaño que destila Café Society, me lleva a plantearme cómo nos las podremos apañar si algún día esta deseada cita con Woody Allen, que está escribiendo con todos  sus seguidores un guión que aglutina el de todas sus películas, no se produce.
No sé si alguna vez estaremos preparados para que nos falte este genial judío de gafotas  de pasta. Necesitamos de su ironía y desengaño para reafirmarnos en nuestros miedos y en nuestras dudas sin solución.
Solo una leve sonrisa ante los buenos momentos vividos y el rescoldo de algún amor inolvidable. Aderezado siempre por la más nostálgica y penetrante música de jazz.


Manuel Fonseca