La
película, aunque con elementos alterados y ficticios, se basa en los sucesos
acontecidos en 2007, protagonizados por la O.N.G El arca de Zoè . Dirigida por
Joachim Lafosse, Los Caballeros Blancos nos conduce irremediablemente a una
reflexión sobre el tópico maquiavélico “El fin justifica los medios”. El dilema
está servido. Las cuestiones que nos plantea el director, al menos para mí, no
tienen respuesta.
En principio son laudatorias todas las
acciones humanitarias que se llevan a cabo en países desangrados por las
guerras, en este caso , El Chad , donde ocurrieron las mayores atrocidades de
matanzas, violaciones y niños en situación de abandono con muy pocas
posibilidades de sobrevivir. Aquí es donde incide la labor de esta ONG que
trata de recatar niños huérfanos hasta los cinco años. Para llevar a cabo esta
acción, la ONG se sirve de voluntarios que prestarán su servicio como médicos,
enfermeras y educadores, quienes al descubrir las verdaderas intenciones del
jefe y de la organización abandonan la empresa y manifiestan su rechazo moral a
las acciones fraudulentas revestidas de altruismo. A procedimientos de dudosa
moral en la actuación de la ONG, cabe
añadir que no existe verificación alguna sobre la orfandad de los niños ni
documentos que acredite esa condición. Es el jefe de la tribu quien, previo
pago, aportará datos sobre los niños (la mayoría falsos).
Así es
como Los caballeros blancos nos muestra la otra cara de algunas ONG, las que
utilizando el engaño y amparadas en la bondad de su labor humanitaria, pretenden
justificar de algún modo adopciones irregulares. Lafosse nos lanza así a la
reflexión utilizando en el filme un estilo realista, parecido al documental,
pero no desprovisto de emociones y tensiones como en una película de acción. En
efecto, nos mantiene literalmente “pegados al asiento” hasta el último momento.
María
Berrocal