domingo, 23 de octubre de 2016

Verano en Brooklyn ( Little Men)



Hay películas que, sin historias extraordinarias ni escenas impactantes, te dejan huella durante mucho tiempo, películas que van creciendo en ti según pasan los días, y que, sin darte cuenta te hacen partícipe de una magia no tan frecuente en el cine: el don de la sencillez y de la dosificación. Ira Sachs demuestra ser un auténtico mago, un maestro en la transmisión de historias sencillas llenas de significado, una especie de “cine inductivo” en el que una situación particular nada inusual nos conduce a importantes reflexiones de carácter general, en este caso a reflexiones sobre, la inocencia, la amistad, la familia, el cambio, el crecimiento y sobre todo la complejidad de “la verdad” que, por supuesto, no existe, ya que solo existen los puntos de vista.


Acompaña al cine de Ira Sachs una empatía hacia los problemas sociales, que ya se manifestó en El amor es extraño. En ambas películas el director muestra los problemas económicos derivados de los altísimos precios en los alquileres. Este elemento aparece en Verano en Brooklyn como factor clave en el desarrollo del conflicto, y es que el dinero aparece en la película como un monstruo contra el que no se puede luchar: ni la amistad ni la empatía, ni las buenas intenciones se revelarán más importantes que éste; lo que hace de Verano en Brooklyn una acertada, realista y madura aceptación de nuestra organización social y modo de vida, que no por ello, una aprobación. Es de especial belleza  que sean los niños quienes, debido a su “mirada limpia” muestren una absoluta incomprensión ante el poder del capital y se revelen ante ello. Ambos se verán obligados a madurar y a perder parte de su inocencia al tener que aceptar la frustración, pues los problemas no se resolverán como ellos querrían. 

Anika