miércoles, 13 de diciembre de 2017

Perfectos desconocidos



Es la segunda gran sorpresa del cine español en esta temporada ( la otra, de lo que yo conozco, “El autor”). El cine español me gusta particularmente, y creo que abordo sus producciones sin prejuicio alguno. Alex De la Iglesia ha acertado plenamente en esta ocasión. Yo estaba algo descolgado de sus últimas producciones, que las he seguido fuera del recorrido por las salas y que he visto
-reconozco que sin demasiado interés- en televisión. Tenía la sensación de que, salvo El día de la Bestia, sus películas se perdían en un histrionismo descontrolado y exageraciones sin medida. Cierto que siempre suelen tener un comienzo bien planteado y que se rodea de buenos y eficaces actores. Pero la frustración surgía inevitablemente en el desarrollo de unas historias que, cuanto menos, se le acababan yendo de las manos. También es innegable que el universo “de la Iglesia” tiene un marchamo propio y una identidad clara de creador. Pues en “Perfectos desconocidos” se dan cita todas las peculiaridades de su cine, de modo que no puedas pensar que ves algo que no parece de él, pero tiene a su vez algo que la hace especialmente original, y muy buena dentro de su filmografía.

Es una historia admirablemente planteada y desarrollada magníficamente; dotada incluso de una intriga que nos lleva a pensar en algunas de las buenas historias Hitchcock, con las que a mí me parece inevitable relacionar. Audaz de planteamiento, interesante y divertida en todo momento y fácilmente identificable para todo espectador que utilice teléfono móvil, la historia del director bilbaíno nos sumerge en una situación de la que sólo un genial director como él sería capaz de salir airoso. ¡Y lo logra!, yo creo que con sobresaliente.
El reducido pero excelente reparto está más que a la altura. Algunos, como Noriega, en un registro que no le conocía; Eduard Fernández genial, para no variar; Ernesto Alterio más divertido que nunca; y Belén Rueda en un papel que recuerda inevitablemente a las actrices que adoraba Alfred Hitchcock. Sin necesidad de nombrarlos a todos, el elenco al completo están francamente bien.
La película es de muy amplio espectro. Solo un reducido grupo de espectadores especialmente raros pueden ser refractarios a una película que-sinceramente- juega con todas las cartas para gustar a todo tipo de público.


Manuel Fonseca.